Ya sabéis que el suelo de la Plaza de San Marcos, es un libro abierto que nos habla de siglos y siglos de historia de la Serenissima. ¿Recordáis cuando os hablaba de las marcas del pozo enterrado?
Hoy os traigo otra curiosidad que nos depara la Piazza: las marcas en el suelo de los artesanos venecianos. En esta entrada ya os conté lo que significan todas esas líneas blancas dispersas en el suelo de la Piazza. Pero si las miráis con detenimiento, descubriréis que sobre una de ellas hay una inscripción: “Per l´arte de calegheri” (1625).


Se trata de una inscripción que señalaba, y sigue señalando, el lugar exacto en el que se colocaba el gremio de los zavatteri y los calegheri (términos venecianos para referirse a los zapateros), el día de la Sensa, cuando la Plaza se convertía en un mercado al aire libre y se llenaba de puestos callejeros con representación de todo tipo de artes y oficios. Los zavatteri confeccionaban zapatillas y reparaban calzado y los calegheri, confeccionaban zapatos nuevos. Si queréis buscarla, os doy una ayudita: tendréis que mirar delante del Caffè Lavena, en el lado de las Procuradurie Vecchie.

Como os decía, el día de la Sensa, se levantaba una estructura móvil alrededor de la Plaza de San Marcos y se distribuían los puestos como actualmente se hace con los stands de una feria. En este cuadro de Gabriel Bella podéis ver el armazón que se montaba ocupando toda la Plaza. Lo encontraréis en la Fundación Querini Stampalia, un museo en Santa Maria Formosa que os recomiendo, especialmente, por la colección de lienzos que representan la vida cotidiana veneciana.

Como sabéis ya, muchas de las calles de la ciudad llevan el nombre de los oficios que en ellas se desarrollaban. Y, los zapateros, tienen varias referencias en el sestiere de San Marco, donde tenían su sede: Ramo I dei Calegheri, Ramo II dei Calegheri, Campiello dei Calegheri… Además, en Campo San Tomà, el gremio tenía su propia escuela. En la puerta de ésta, todavía pueden verse algunos relieves representando el calzado de la época.

Actualmente es una biblioteca que todavía guarda en sus paredes algunos frescos. Entramos a verla discretamente para no molestar y pudimos verlos apresuradamente.

En la iglesia de Santo Stefano, los zapateros alemanes tenían incluso un altar donde podían celebrar misas para los miembros del gremio y en Corte della Pelle, se creó un hospicio para dar cobijo y ayuda a los zapateros ya viejos y pobres del que todavía queda un bajorrelieve de la Anunciación adornado con varios zapatos. Cerca, en Calle delle Boteghe, un pilar muestra grabados en la piedra dos modelos de zapatos. Como veis, la labor que ejercían estaba muy considerada, hasta tal punto que incluso debían ayudar a los bomberos con sus aparejos de trabajo, reparando sus cuerdas y demás herramientas necesarias para que las mangueras estuvieran siempre en buen estado.
Por cierto que uno de los patrones de los zapateros es San Aniano de Alejandría porque, cuenta la leyenda, se pinchó con una aguja mientras reparaba una sandalia a San Marcos y éste le curó la herida milagrosamente. El relieve de la puerta en San Tomà, recuerda este hecho.

Hallaréis pues muchas referencias en Venecia a este gremio, considerado de los más importantes en la ciudad: calles, bajorrelieves, frescos, columnas, edificios y capiteles. Hablando de capiteles, sin ir más lejos, en los capiteles de las columnas del Palacio Ducal del lado de la Piazzetta, hay dos capiteles con representaciones de unos zapateros en plena labor, aquí abajo os los enseño.


También en uno de los arcos del portal principal de la Basílica de San Marcos hay un par de zapateros representados trabajando en una bota y en un zapato. Y en el Museo Correr, además de L´arte dei calegheri en donde se ve una tabla de madera con diferentes hormas, guardan varios modelos de zapatos y zuecos que, dicho sea, muy cómodos no debían ser.
Una curiosidad más: en Venecia comenzaron a usarse con habitualidad los primeros tacones en los zapatos, con la finalidad de no ensuciarse de barro los bajos de los vestidos. Existían normas que limitaban la altura máxima de los tacones, que no podían exceder de unos 8 o 9 centímetros pero, claro, podéis imaginar que no siempre se respetaba ya que eran una manera de diferenciar las clases sociales: cuanto más noble, más alto, por aquello de la incomodidad imagino, no veo yo a una pobre lavandera o a un granjero subido a altas cuñas…
Otro delicado,trabajado y deliciosamente desmigado documento de ese fervor pasional veneciano con el que nos paseas por esta asombrosa ciudad ,es un deleite leerte
Gracias
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Qué maravilla, muy interesante. Gracias
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Gracias a ti por leerlo
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