Hace unas semanas os hablaba de mi preciosa Piazza y os contaba los sentimientos que me embargan cuando estoy en ella. Hoy quiero detenerme en la protagonista indiscutible de la Piazza di San Marco: la imponente Basílica homónima, principal templo católico de la ciudad y un portento de la arquitectura bizantina.

Basílica, Catedral desde 1807 e Iglesia Patriarcal, todos esos rangos que ostenta actualmente, nos permiten hacernos a la idea de la gran importancia que a lo largo de los siglos ha tenido en la vida de la ciudad; no en vano, su construcción comenzó cuando el cuerpo de San Marcos fue traído desde Alejandría, «curiosamente», el 27 de mayo del año 828, para después depositarse bajo su altar mayor.
Cuenta la leyenda que, para sacar el cuerpo del Santo de Alejandría, unos comerciantes italianos lo ocultaron entre su carga de cerdo, de manera que los musulmanes no pudieran ser capaces de detenerles. Al llegar a Venezia lo entregaron al dux, que ordenó erigir una Iglesia para albergar sus restos. Esta historia, se describe en la decoración de los arcos de la fachada de la Basílica, junto a otros acontecimientos de la vida de San Marcos.

La actual iglesia, de estilo bizantino, se inició hacia 1063, tras el incendio de la anterior y fue consagrada tan solo diez años después. Desde entonces, ha sido un icono en la ciudad y, durante la época de la Serenissima, una ley de la República imponía como tributo que los mercaderes que hicieran negocios que llegaran a buen puerto, debían hacer algún regalo para embellecerla. Esto ha dado como fruto un magnífico templo de estilos, materiales y objetos diversos, convirtiendo a la Basílica en un museo de arte bizantino en el que destacan sus mosaicos construidos con millones de doradas teselas.
En la inmensa cantidad de datos que podéis encontrar en internet, guías turísticas y otros medios, os informarán exhaustivamente de su valor arquitectónico y artístico tanto exterior como interior. No quiero extenderme ya que, si os interesa y queréis leer sobre ella (os lo aconsejo), podéis acceder fácilmente a montón de información. Por ello, os daré una pincelada sobre lo principal y alguna sugerencia totalmente subjetiva, pues cada viajero y cada turista es diferente y busca cosas distintas cuando viaja. O también podéis apuntaros a esta visita guiada de la Basílica donde os contarán porqué es considerada la obra maestra del arte bizantino.
A la Basílica se debe ingresar por la puerta principal, desde la Piazza. El acceso es gratuito y, sin entrar en polémicas, deberéis guardar un poco las formas en cuanto a vuestra vestimenta: ni pantalones excesivamente cortos ni hombros al descubierto. No os lo permitirán con mochilas ni bolsos grandes, así que os enviarán a la consigna situada junto a la Piazzeta de los Leones, en la calle Basso. Allí os darán una ficha con la que podréis entrar sin tener que volver a guardar la fila. Debéis comprobar los horarios porque varían en función de la estación del año y también según sea domingo y/o festivo. Y, además, algunos días al año está cerrada. Al pie os pongo un enlace donde podéis comprobar los días de cierre y algún otro dato de interés.
Una vez en el interior, dejaros llevar y observar con detenimiento la belleza que encontraréis ante vuestros ojos. Comprobaréis que las constantes subidas de las mareas han hecho estragos en el pavimento de mármol, que se muestra ostensiblemente levantado a lo largo de toda la planta de la Basílica.

Como os digo, el acceso es gratuito pero una vez dentro, sí que deberéis pagar para ver la Pala de Oro. Es un retablo medieval de perlas, piedras preciosas y esmaltes dorados que se encuentra tras el altar mayor. Actualmente el importe es de 2€.
También de pago son el Tesoro y el Museo, en la zona superior, a la que se accede por una preciosa escalera de mármol. En el Tesoro veréis varias piezas de oro, plata y vidrio de orígenes diversos pero mayoritariamente originarias del saqueo de Constantinopla y la entrada cuesta 3€.
Personalmente creo que, lo que más merece la pena, es el Museo, en el que se encuentran los cuatro caballos de bronce originales y toda una colección de obras de arte. Los caballos formaban parte de una cuadriga que decoró el Hipódromo de Constantinopla y llegaron a Venecia tras la Cuarta Cruzada. Napoleón, cuando ocupó la ciudad, se los llevó a París, pero tras su derrota, volvieron al lugar que ocupan ahora. Subir al Museo, cuyo precio es de 5€, os dará la oportunidad de disfrutar, de cerca, de los techos de la Basílica. Intentad estar arriba antes de las 11:30. A esa hora, y hasta las 12:30, excepto domingos y festivos, iluminan los techos. El espectáculo os dejará boquiabiertos. No os cuento más para no estropearos la sorpresa, ya me diréis…
Desde la zona superior, se accede a la Loggia dei Cavalli, la terraza abierta sobre la Plaza de San Marcos, en la que hay una réplica de los caballos de bronce. Las vistas de la Piazza, desde arriba, son preciosas y os quedaréis encandilados viendo a la muchedumbre que inunda la Plaza bajo vuestros pies. La de ratos que he pasado ahí, embelesada, apoyada sobre la balaustrada y admirando la Torre del Reloj, las columnatas de la Piazzetta y la fachada del Palacio Ducal, dejando pasar los minutos, sin más…

El año que nuestro viaje coincidió con el Carnaval, tuvimos la grandísima suerte de coger sitio en la terraza, en el lado del Palacio Ducal, y ver desde ese punto privilegiado Il Volo del Angelo, el acto inaugural del carnaval veneciano. Era una mañana espléndida, fría pero soleada, entramos a la Basílica una hora antes aproximadamente y nos quedamos a hacer tiempo en la terraza. La experiencia fue irrepetible, veíamos cómo la Plaza se iba llenando de gente, mucha de ella con sus disfraces de época y la mayoría con máscaras recién adquiridas en los puestos callejeros. Fuimos espectadores en primera fila del inicio del Carnaval. Es sin duda uno de los grandes momentos vividos en Venezia.
A menudo, amigos y conocidos cuando preparan su viaje a Venecia, suelen preguntarme por los sitios y monumentos que no deben perderse y en función del tiempo que durará su estancia en la ciudad, suelo recomendar o no lugares como el Palacio Ducal, subir al Campanile, entrar en la Accademia o escaparse a Burano.
Pero, por supuesto, la Basílica es imprescindible siempre y merece la pena dedicarle al menos una hora a su visita aunque vuestro viaje a la ciudad dure un par de días. En ella está acumulada la historia y el esplendor de los mejores siglos de la Serenissima y no podéis marcharos de Venecia sin haberla visitado ni haber fotografiado la Piazza desde el balcón. ¡Os prometo que no os decepcionará!
Si queréis saber más, mucho más, aquí podéis reservar una visita guiada a la Basílica en la que descubrir todos los secretos de la protagonista indiscutible de Plaza San Marcos.

Basilica di San Marco
San Marco, 328
30124 Venezia
En esta página encontraréis más información sobre la Basílica y también, horarios y días de cierre: http://www.basilicasanmarco.it
Quiero volver, algún día lo haremos, aunque no sé cuando podremos hacerlo de nuevo, pero sin duda, serán tus comentarios y consejos nuestra guía .
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Seguro que muy pronto estarás de nuevo por allí! Venezia merece volver, siempre!
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