Detrás del campo dei Santi Apostoli, se encuentra campo San Cancian y, junto a él, el sotoportego del traghetto del que os hablé en esta entrada a raíz de los grafiti que dejaron durante años los usuarios del ferry que conectaba Venecia con la isla de Murano.

Al sotoportego se accede desde un puente que cruza el Rio dei Santi Apostoli que llega directamente desde el Gran Canal y continúa hacia el norte, pasando por detrás de la iglesia de los Jesuitas y desembocando en Fondamente Nove.
Si os detenéis durante unos minutos en esta zona, veréis cómo, a veces, al cruzar el puente, algunas personas al bajar los escalones tocan sin detenerse una extraña doble argolla de hierro fijada al primer pilar de piedra del sotoportego, en la esquina del edificio.

El gesto se debe a una superstición: en estas dos argollas se cuenta que se colgaban dos de las cuatro partes en las que los cuerpos de los condenados por los delitos más graves, como la traición a la patria o el hurto sacrílego, se desmembraban para escarnio público y también como recordatorio a la población de las consecuencias de la comisión de estos delitos. Las otras dos, ahora desaparecidas, estaban en la Fondamenta degli Squartai, en el puente del mismo nombre (podéis imaginar porqué se le llama así) en Santa Croce.
Y ¿por qué precisamente se colgaban ahí? Pues porque las 4 partes del cuerpo descuartizado debían colocarse mirando hacia Padua, Mestre, Chioggia y el puerto de San Nicolò del Lido en la dirección de los cuatro puntos cardinales. Estas son las cuatro “puertas” de entrada a Venecia y, de este modo, lo primero que veían los visitantes eran las consecuencias de la dura justicia veneciana, un aviso para aquellos a los que se les pasara por la cabeza cometer algún delito durante su estancia en la ciudad. Y, hablando de cabeza… la cabeza del pobre desgraciado condenado y partido en cachitos, se colgaba en la Plaza de San Marcos, bien visible para los viandantes.

Algunos dicen que tocar estas argollas proporciona fertilidad y descendencia; otros, que es una manera de “demostras” que estás vivo y aún no ha llegado el momento de ser transportado a la isla de San Michele, la isla de los muertos; otros, más escépticos, niegan por su carácter insano y poco higiénico que realmente se colocaran allí restos humanos. Los más sensatos dicen que simplemente se trata de argollas sobre las que se ubicaban antorchas para la iluminación del sotoportego por su función de embarcadero, de manera que los viajeros no permanecieran a oscuras durante la espera del barco.
Ya sabéis que Venecia está llena de leyendas y supersticiones, os he hablado de varias de ellas ya, así que dejo a vuestra elección la versión con la que quedaros de entre las que se cuentan. Pero, supersticiosos o no, no cuesta nada tocarlas, por si caso, al pasar por allí…