Cuando os adentréis en el sestiere de Castello, no dejéis de acercaros hasta San Pietro. Este campo, que es uno de mis favoritos (tengo tantos…), es el único en Venecia que tiene hierba y su amplitud permite disfrutar de la imponente Basílica de San Pietro, de la que os hablé en esta entrada.

Para llegar hasta él, probablemente atravesaréis el Puente de Quintavale, un precioso puente de madera que atraviesa el canal de San Pedro y desde el que se tiene una preciosa vista del campo, de la Basílica de San Pietro y de su imponente campanario de piedra de Istria.

En este canal, los domingos de cuaresma, tras la misa de rigor, se asistía a una carrera muy popular: los gondoleros, ataviados con sus mejores trajes, competían yendo y viniendo, esquivando al resto de embarcaciones para mostrar su pericia. Estas carreras se consideran el antecedente de las regatas actuales que se celebran diversas veces al año, con motivo de muchas fiestas locales.

En suelo, veréis una piedra distinta, de color blanco. Señala el lugar en el que el Patriarca y el Dux se encontraban todos los años para celebrar el día de la Ascensión. Una fiesta que todavía anualmente, en la Festa della Sensa, rememora el momento en que el Dogo recibió un anillo del Papa, símbolo del matrimonio de Venecia con el mar.

San Pietro es protagonista varias veces al año: además de la Festa della Sensa, se llena también de ambiente festivo el día de San Pedro, el 29 de junio, cuyos actos se distribuyen por todo Castello y tienen su epicentro en este campo.

Merece la pena llegar hasta allí, hacedlo, os sorprenderá!