Cuando Napoleón ocupó Venecia estableció que los entierros, que hasta entonces se venían haciendo en las iglesias y en los campi, debían realizarse fuera de la ciudad para evitar enfermedades y epidemias, por lo que estos entierros se trasladaron al cementerio de San Michele.

Y para el traslado hasta allí, se destinaron las “barche dei morti”, literalmente, las “barcas de los muertos” un tipo de góndolas (en realidad se llamaban “batelòn”) con una decoración sencilla y oficial, en colores negro y amarillo, que se alquilaban por las familias de los fallecidos y que éstas se encargaban de decorar con más o menos lujo en función de sus posibilidades económicas.
Así, durante años, estas embarcaciones se ocuparon del transporte de los venecianos a su última morada, en San Michele in Isola. La góndola se dirigía por cuatro remeros, los necrofori, que vestían con los mismos colores que el barco (negro y amarillo).
La última vez que estas barcas se utilizaron para este servicio fue a principios de los años 70 del siglo pasado. Una ley estableció la prohibición del transporte de muertos en embarcaciones a remo y cayeron en desuso.
En la visita al Museo de Historia Naval de Venecia, podréis ver el único ejemplar que se conserva, que fue utilizado para transportar los ataúdes de los trabajadores del Arsenal, los arsenalotti, que realizaban su último viaje desde la iglesia de San Biagio dei Marinai hasta el cementerio de Venecia. Recordad que los trabajadores de algunos oficios, disfrutaban en Venecia de grandes privilegios por ser considerados de gran utilidad para la Serenissima. Esto pasaba con los arsenalotti y con los maestros vidrieros de Murano, por ejemplo.

Desde hace varios años, los venecianos han deseado recuperar estas barcas y existe un movimiento en Venecia que desea rehabilitarlas. También luchan para que se deroguen las normas que dictan que el fallecido solo puede ser acompañado al cementerio en barco por voluntarios autorizados o que ningún barco privado pueda acercarse a las tapias de San Michele.
Y yo me quiero sumar a ese deseo porque me parece una preciosa manera de dar el último adiós a los habitantes de la ciudad. ¿No creéis?
La frase una imagen vale más que mil palabras, no le hace justicia a textos tan extraordinario como el que nos regalas una vez mas
Gracias
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Muchas gracias José. Tus palabras me animan a seguir transmitiendo mi pasión por esta mágica ciudad
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