Si llegáis a Venecia por tierra, solamente hay una forma de hacerlo: atravesando el Puente de la Libertad, el puente que os adentrará en una ciudad milenaria, donde apenas nada ha cambiado en los últimos siglos.

Este puente, que une tierra firme desde Mestre con el centro histórico de Venecia, se inauguró en 1933 y para su construcción, realizada junto al antiguo puente ferroviario del reino Lombardo-Véneto, se suprimió parte del Canal Salso, que hasta entonces era la vía de conexión con la Península a través de embarcaciones varias.

Sus 3850 metros de largo terminan en el Piazzale Roma, último paso permitido para el tráfico de vehículos y a partir de ahí, todo el transporte se realiza a pie o en la multitud de variadas embarcaciones que discurren por las calzadas-canales venecianos. El transporte público se realiza en vaporetto, un autobús acuático que discurre por el Gran Canal en ambos sentidos y conecta Venecia con el resto de islas de la Laguna.

Vista aérea del Puente de la Libertad. Fuente: Wikipedia

El Puente de la Libertad se llama así desde el final de la Segunda Guerra Mundial, para conmemorar la liberación del fascismo, pero inicialmente, cuando se inauguró por Benito Mussolini, se llamó Puente Littorio, evocando la simbología fascista.

Actualmente consta de dos carriles de circulación por cada sentido para vehículos a motor, el puente ferroviario que termina en la Estación de Santa Lucía y dos aceras – ciclo vías. Además, desde hace unos años, un trolebús conecta terra ferma con Piazzale Roma.

Tiziano Scarpa, en su libro “Venecia es un pez”, describe el Puente como el sedal que la une a tierra firme, una ciudad que ha mordido el anzuelo de manera que no pueda escaparse mar Adriático adentro. Cuando estéis atravesándolo, abrid bien los ojos,  pues estaréis entrando en la boca del pez, un pez que al engulliros os mostrará su belleza serena y soberbia.

A mí, es el medio que más me gusta para llegar a la ciudad, pues la entrada se realiza lentamente, con el agua que rodea Venecia a ambos lados del puente y que durante toda vuestra estancia será la protagonista indiscutible. Y una vez atravesado, ya solo queda disfrutar de su magia. Ohhh Venecia…