Paseando por Venecia, si levantáis la vista en muchas de las calles estrechas, os encontraréis con las barbacani. Son unos elementos característicos de la arquitectura veneciana todavía muy presentes en la ciudad, una idea de genialidad creada para ampliar el espacio de las plantas superiores de los palacios sin reducir el dispuesto para los viandantes a pie de calle, especialmente en esas calles tan estrechas en muchas zonas de la ciudad.

Se podría decir que estas “vigas” conectaban la ciudad como espacio público, con la privacidad de los Palacios y casas venecianas. Antiguamente, las calles en Venecia eran propiedad privada y cuando la República obligó a los propietarios a ceder espacio al paso del público, estas construcciones sirvieron para prescindir del menor espacio posible a partir del primer piso, de modo que a nivel de calle se daba el paso necesario y a partir de esa primera planta, se popularizó el uso de la barbacane para ampliar el espacio habitable. Así las calles mantenían su anchura pero se estrechaban en determinado momento, cuando ya no se perjudicaba el paso de los viandantes.
También tenían otra función menor: servían de parapeto protegiendo de los daños y de la intemperie a los negocios que se establecían bajo estos edificios.

La mayor parte de las veces eran travesaños de madera o piedra que se colocaban en los primeros pisos de los edificios. Pero en ocasiones, su decoración iba más allá y se convertían en verdaderas obras de arte. Es el caso de la barbacane de la Calle del Paradiso, cerquita del Campo Santa Maria Formosa que contiene barbacani en los edificios de ambos lados de la calle y cuya entrada se enmarca por una barbacane espectacular con un precioso arco gótico.
En la Calle de la Madonna, junto al Puente de Rialto, existe aún la barbacane campione, que tiene grabada la inscripción “per la iuridiciom di barbacani”, y que establecía el límite máximo de la largura que debían tener estos elementos en toda la ciudad. El motivo de regular el tamaño era doble: por un lado se evitaba que la distancia entre dos edificios quedase tan reducida que se favoreciese la propagación de un edificio a otro en caso de incendio. Por otro, se garantizaba el paso de la luz y del sol entre las calles más angostas, evitando así situaciones insalubres.

¿Entendéis por qué me gusta deciros que en Venecia hay que mirar en 360 grados? Donde menos lo esperéis podéis encontrar un detalle que os maraville. Y es que esta ciudad está plagada de pequeños detalles que nos cuentan mucho sobre ella, su modo de vivir y su historia.
Maravilloso artículo 👏
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Gracias por leerlo! Hay tantas cosas curiosas en Venecia…
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