Cerca del campo Santa Maria Formosa, en el sestiere de Castello, hay un sencillo puente, el Ponte del Paradiso y, sobre él, uno de los arcos más conocidos y más bonitos de la ciudad. Se trata del Arco del Paradiso, en el que si os fijáis, un fraile es protegido por el manto de la Virgen, en este caso la Virgen de la Misericordia.
Debéis saber que para los venecianos, Venecia era la “sancta città” y este arco y la calle del Paraíso son un testimonio de la devoción que se mantuvo en la ciudad durante siglos. No en vano, el nombre de este arco, proviene de la costumbre, durante el Viernes Santo, de colgar faroles en los aleros de los edificios, de manera que quedase iluminado el propio arco pero sobre todo la imagen de la Virgen grabada en él.

A menudo en las calles de Venecia veréis este tipo de construcciones, normalmente mucho más sencillas y más o menos decoradas, que unen dos edificios. Esto era así cuando ambas casas pertenecían al mismo propietario o familia, una manera de hacer saber al resto de la población cuál era el poderío de las familias.
Las dos casas que une el Arco del Paradiso pertenecieron al convento de Santa María della Pomposa, como atestigua otro arco al otro lado de la calle donde se lee, a duras penas, una inscripción. Más tarde, pasaron a la noble e importante familia Foscari, que se había asentado en Venecia en el año 867 (en el arco hay dos escudos de la familia, con el león).
En la casa situada a la derecha, pasó su infancia Pellegrina Foscari, que en 1491 se casó con Alvise Mocenigo della Zoge, miembro de otra de las poderosas familias venecianas y, los Foscari, encargaron este arco para conmemorar el matrimonio: Pellegrina aportó como dote varias casas de esta calle y el arco se convertía en algo necesario para hacer saber al resto de venecianos que ambas casas, y la calle casi por completo, le pertenecían.
Y como plus… si os adentráis en la calle del Paradiso, tendréis un buen ejemplo de barbacanas, las vigas de madera que servían para agrandar los espacios de las viviendas en la primera planta y de las que os hablé en esta entrada.
Artículo extraordinario
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Muchas gracias, José!
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