Desde el año 2016, el romanticismo tiene una nueva dirección en Venecia de la que os quiero hablar hoy, día de San Valentín. 

Junto al puente de Rialto, en la orilla izquierda del Gran Canal, en el sestiere de Cannaregio, se alza un edifico histórico que ha sufrido distintas reformas y destinos y que actualmente es protagonista de una de las vistas más bonitas de la ciudad. 

El edificio, ocupa lo fue el muelle de los alemanes en la época de la Serenissima, construido en 1222 y actualmente reconvertido en un centro comercial de firmas de lujo poco asequibles para la mayoría. Pero esconde un tesoro de fácil acceso al resto de los mortales. Y lo mejor: es gratuito. Y es que con la apertura del Fondaco dei Tedeschi (Fontego en veneciano, «el lugar que acoge a todos»), a los enamorados de los atardeceres nos han puesto en bandeja disfrutar de la última luz del día con este lugar privilegiado. Se trata de su terraza panorámica, con vistas al Gran Canal desde la que las vistas del puente de Rialto y del resto de los techos de la ciudad quitan el sentido a cualquier hora del día, pero especialmente al atardecer.

Creo que os he contado ya en alguna ocasión que subir a esta terraza es uno de los acontecimientos más impactantes que he vivido en Venecia. Recuerdo que, la primera vez que subimos a ella después de su apertura, volvíamos de Burano, de darnos el homenaje de rigor en Gatto Nero y de soñar con la casita que nos gustaría tener allí. Había leído que era necesario reservar para acceder a la terraza y tenía varias reservas hechas a lo largo de nuestra estancia, a diferentes horas, porque nunca sabes dónde puedes entretenerte más de la cuenta. Pero como es habitual en las fechas en las que viajamos, no había nadie y pasamos sin que nadie nos pidiera la reserva.

Salir a la terraza fue brutal. La luz tan maravillosa del atardecer, las vistas, la magia del momento… me pilló desprevenida… y me eché a llorar como una niña. Me superó la emoción y me costó reaccionar y ponerme a sacar fotos. Estaba en shock. Llamadme exagerada… pero lo que sentí aquella tarde es exactamente lo que provoca en mí esta ciudad. Fue un momento inolvidable.

Al día siguiente, a primera hora de la mañana, volvimos y de nuevo estuvimos solos allí arriba, con la ciudad a nuestros pies y las vistas de infarto. Nos deleitamos con los paneles informativos en los que están señalados los edificios más importantes de Venecia y estuvimos jugando un rato a adivinar a qué iglesia pertenecía cada campanario, las cúpulas que alcanzábamos a ver o las islas de la Laguna.

El Fondaco, ya desde el siglo XIII, fue el centro del comercio entre Venecia y el norte de Europa y utilizado durante siglos para el comercio de especias, seda y otros productos. Luego se transformó en una oficina de aduanas y, posteriormente, albergó la oficina de correos hasta 2010. Tras varios años cerrado, una restauración firmada por Rem Koolhaas ha puesto en valor el edificio y lo ha convertido en el epicentro del lujo de la ciudad.

La restauración ha conservado el interior del edificio y su distribución en varias plantas con galerías de arcos, así como el gran patio central en el que hay un coqueto bar donde degustar las especialidades venecianas; el fresco en la segunda planta donde está representado el territorio italiano; y el reloj del siglo XVI cuya esfera marca las 24 horas.

En el centro comercial, marcas internacionales comparten espacios con la artesanía veneciana de calidad, desde el cristal de Murano hasta las máscaras. Y aunque es cierto que los precios están por encima de la media y que sus clientes son principalmente turistas muy adinerados, merece la pena entrar a disfrutar del magnífico edificio y por supuesto subir a la terraza a la hora que sea del día. No os lo aconsejo si el día ha salido con niebla, pues os perderéis el espectáculo, pero si el día está despejado, es pecado mortal pasar por alto este lugar.

Si queréis saber más sobre la historia del edificio no dejéis de apuntaros a las visitas guiadas. Para ello, podéis poneros en contacto en el correo electrónico fondaco.culture@dfs.com indicando el número de participantes y vuestros nombres. O si vuestro bolsillo lo permite y queréis hacer unas compras, podéis contratar el servicio de Personal Shopper gratuito y recibir vuestra compra directamente en vuestro domicilio. Allí se celebran también desfiles de moda, conciertos y presentaciones de todo tipo. Y por supuesto es un lugar único para disfrutar de las regatas que se celebran en la ciudad a lo largo del año con motivo de las diferentes festividades y tradiciones

Un paraíso de las compras unido al arte, a la historia, la cultura… y la magia que no podéis dejar de visitar. Feliz día del amor a todos y especialmente al hombre de mi vida!