En el Campo San Giovanni e Paolo, se encuentra una de nuestras cafeterías favoritas y una de las visitas indispensables en nuestros viajes a Venecia. 

Se trata de la pasticceria Rosa Salva, cuyo café es espléndido, servido en bonita porcelana pintada de azul y su vitrina de brioches, pastas y pequeños bocadillos no os dejará indiferentes. Los precios son más que asequibles: el café entre 1,10€ y 1,50€ según cómo lo pidáis y los brioches en torno a los 2,00€ e incluso menos. 

Solemos parar aquí en nuestro camino hacia Fondamenta Nuove, donde cogemos el vaporetto que nos llevará a Burano. Pero además, aunque no vayamos hacia la Fondamenta, siempre encontramos un momento para atravesar su encantadora puerta de madera y cristal y dar rienda suelta a nuestra gula con los manjares expuestos en las vitrinas. 

Si el Carnaval está cerca, tienen de las mejores fritelle de la ciudad, con rellenos diferentes a cuál más apetecible. A mí me encanta de crema, a Antonio de Savaione. En cualquier caso, debéis probarlas si estáis en Venecia en las fechas pre-carnavaleras y también durante la celebración del mágico Carnaval.

Dispone de un saloncito con pequeñas mesas de sobre de mármol y pie de hierro, que suelen estar ocupadas de ociosos a media mañana o durante el descanso de la tarde, cuando las tertulias con amigos toman el relevo a la jornada laboral. Pero el lugar se presta a tomar el café en la barra, «al banco», en una rápida parada para continuar el paseo o la jornada porque así podéis observar el devenir de los parroquianos. 

Rosa Salva es toda una institución en la ciudad, presente en la restauración desde 1879, y un sitio que no debéis perderos en vuestra visita a Venecia. Después del café, en el Campo San Giovanni e Paolo (Zanipolo en dialecto veneciano), podéis pasar un rato disfrutando del ambiente y de sus tesoros, ya que el canal que lo bordea le confiere una serenidad que enlaza perfectamente con el resto del conjunto: la impresionante Basilica di San Giovanni e Paolo, la estatua ecuestre de Colleoni y la magnífica fachada del Ospedale Civile. 

Y si el tiempo lo permite, un ratito sentados en un banco del Campo, os hará sentiros parte de la vida diaria de la ciudad. Si nos encontramos por allí… nos tomamos un café?, para mí, expreso, “al banco” y sin azúcar.