El Palazzo Salviati, es uno de los más llamativos de los que se pueden admirar en el Gran Canal, por su estado de conservación y por su colorido mosaico.

Sin embargo, no es precisamente un edificio antiguo como tantos otros que se ven en el Canalazzo: fue construido en el siglo XIX destinado a ser fábrica y tienda de la famosa familia homónima de maestros vidrieros: los Salviati.

En 1859, Antonio Salviati, un abogado enamorado de la ciudad de Venecia, ansiaba el resurgir del vidrio veneciano que había perdido importancia frente al cristal de Inglaterra y el de Bohemia. Salviati se convirtió así en el responsable de la resurrección de la industria vidriera veneciana durante la segunda mitad del siglo XIX y, junto a los mejores maestros de Murano, inventó un nuevo método de fabricación de mosaicos en vidrio, que pronto conquistó las cortes europeas y que llegó hasta América y Asia. Con ellos decoró la cúpula de la Catedral de San Pablo, la entrada al Parlamento de Londres y la Ópera de París.

En 1924, al sencillo y discreto palacio se le añadió una segunda planta y fue entonces cuando se decoró con el gran mosaico colocado en el centro de la fachada, signo distintivo y reconocible al pasar frente a él, con la inscripción «Salviati«.