Todos sabemos de la existencia del día de la marmota, que se celebra cada año el 2 de febrero. Este día, la marmota Phil, sale de su madriguera en Pensilvania para augurar si el invierno ha terminado o si se prolongará por unas semanas más.

Lo cierto es que, como siempre os digo, las tradiciones suelen estar vinculadas de un lugar a otro y en este caso, en Italia, se celebran los días del mirlo (i giorni della merla). Estos días son, según la tradición popular, los días más fríos del año y, aunque que no existen unas fechas oficiales, se habla de entre el 29 de enero y el 1 de febrero.

Se cuenta que un mirlo y sus hijitos, todos blancos como la leche y que tenían mucho frío, se introdujeron en una chimenea para calentarse, de la que salieron negros como el tizón. Desde entonces los mirlos dejaron de ser blancos y son como los conocemos ahora, negros. Y volviendo a la marmota Phil… si estos días hace frío, la primavera llegará pronto y será calurosa pero, si hace calorcito, ésta se retrasará. ¿Os suena, no?

Os estaréis preguntando por qué os cuento esto y qué tiene que ver con Venecia… bueno, solamente era una excusa para recordaros que estos son los días en que suelo viajar allí: el 29 de enero es festivo en Zaragoza y es un “puente” muy majo para hacer una escapada a precios muy buenos y al ser temporada baja, hay poquita gente en la ciudad. Pero tiene un inconveniente: el frío. De hecho ya os conté que algunos años han sido tan fríos los inviernos que la laguna entera se ha congelado. Y si no, recordad esta pintura del Museo Querini Stampalia en la que los habitantes se divierten patinando frente a las Fondamente Nuove.

Este año también voy a estar por allí, claro, haciendo frente a los días más fríos de año, los días del mirlo (en Aragón decimos que “cuando el grajo vuela bajo, hace un frío del carajo”). Volamos mañana y, de momento, no tengo noticia de que se ha congelado nada, pero frío, promete. Y aun así, es tan bonita…