Las contraventanas entraron en Europa a través de Venecia, que aprovechando el intercambio cultural con Oriente, las importó desde Persia a Occidente hasta convertirse en un elemento presente en todas partes. Para mantenerlas abiertas sin que se golpeasen, se inventó el ferma-persiana (ferma-scuri en Venecia) y, simbólicamente, para decorarlos, se eligieron los bustos de un turco y una dama veneciana.
Los llamados “ferma-scuri” en veneciano, los «ferma persiane», son unos ganchos que se colocan en la parte exterior de las contraventanas, para sujetarlas. Se fijan al exterior de la fachada y constan de una pieza de hierro que pivota alrededor de un pasador que se puede subir o bajar, utilizándose para detener la “persiana” cuando está en posición abierta y evitar que golpee debido a ráfagas de viento repentinas. Y digo persiana, sí, porque en italiano, se llama persianas a lo que nosotros llamamos contraventanas.

El turco es visible cuando las contraventanas están cerradas para proteger los interiores del sol, a veces colocado en posición vertical alerta y otras colgando boca abajo, y representa la figura del enemigo, contra quien Venecia tuvo que luchar y comerciar durante siglos. Así, literalmente, se cuelga al enemigo de los muros venecianos. Se le representa con turbante, bigote y la indumentaria que portaban en el siglo XVII.
Cuando la contraventana está abierta, el gancho deja a la vista el busto de la dama veneciana, simbolizando una Venecia triunfante que ha dejado atrás al enemigo derrotado.

Y es que en Venecia todo tiene su porqué y, a menudo, con una preciosa historia detrás como ésta. Seguro que en el próximo paseo encontráis muchos de estos ganchitos. Fijaros bien en ellos y en los personajes representados. Ahora ya sabéis qué simbolizan.