Mañana, 21 de noviembre, se celebra en Venecia la fiesta de la Madonna della Salute.

La devoción de los venecianos por esta fiesta es inmensa y, como ya os conté en esta entrada, la visita a la Basilica della Salute se realiza a través de un puente de tablas que se instala para conectar ambas orillas del Gran Canal. Pasaros por esa entrada para comprender los motivos de este gran día para la ciudad. No quiero repetirme, así que hoy os hablaré del plato típico que acompaña a los venecianos en sus mesas la víspera y el gran día de la festividad. 

En los días cercanos al 21 de noviembre, desde hace siglos, es costumbre comer la castradina, un plato a base de carne de cordero cuyo origen se remonta a los tiempos en que la Serenissima mantenía su dominación sobre la Dalmacia. 

Se trata de una sopa muy sabrosa hecha de pierna de cordero previamente salada, ahumada y sazonada que se acompaña con hojas de col, cebolla y vino.

Este plato es de elaboración muy lenta. De hecho, para hacerlo bien, dicen que se necesita un día entero.  Claro que si estáis en Venecia, lo más práctico y rápido es acudir a alguno de los restaurantes que la elaboran, no difíciles de encontrar en esta fecha señalada, pues en casi todos los sitios encontraréis su versión. 

Pero si no estáis allí y queréis prepararlo en casa para sentiros como un veneciano más, os dejo una receta. No es que sea la única receta, ya sabemos que en esto de la cocina, cada maestrillo tiene su librillo. Lo importante, eso sí, es que la carne de cordero desengrase bien hirviéndola varias veces y cambiando el agua cada vez para que pierda ese sabor tan fuerte que suele tener.

¿Cómo la hacemos? Pues para empezar, reunimos los ingredientes: pierna de cordero, repollo y cebolla. Y una serie de aderezos: sal, aceite, pimienta, laurel, clavo, zanahoria, apio y algunas bayas de enebro, por ejemplo. Cortamos el cordero en trozos y lo ponemos en una olla con abundante agua. Dejamos que hierva tres veces, cambiando el agua cada vez y dejando que la carne se enfríe entre un hervor y otro.  Si no os gusta mucho el sabor, podéis hervirla una o dos veces más, a gustos. Aquí en Aragón estamos acostumbrados al ternasco así que disfrutamos del sabor de esta carne. La última ebullición, se realiza a fuego lento durante un par de horas, ya con la zanahoria, el apio y las especias que deseéis. ¡No tiréis el caldo!

Aparte, hacemos un sofrito con la cebolla en un poco de mantequilla y otro poquito de aceite de oliva. Añadimos las hojas de col, cortadas a trozos no muy pequeños y un chorrito de vino blanco.  Cuando el repollo esté casi cocido, agregamos el cordero junto con su último caldo de cocción dejando que termine de cocinarse.  

Es un plato que se come muy caliente, así que se suele servir en cuencos de terracota, pero cualquier reciente será válido si la tomáis enseguida. Suele acompañarse de rodajas de pan o tostones, como nuestras sopas de ajo o de cebolla. Un buen vinito blanco y tenéis un trocito de la Fiesta de la Salud en casa.

Por cierto que si queréis saber más sobre este plato típico, no podéis perderos el postcast de Maura en Storie da mangiare en Spotify. Os dejo el enlace y os animo a que le sigáis en Instagram porque su cuenta nos lleva de la mano por todo el país italiano entre plato y plato. Una delicia para los amantes de la gastronomía italiana.

Feliz día a todos los venecianos… y a los que nos sentimos un poquito así, también.