El 21 de noviembre, se celebra en Venecia la festa della Salute. Un puente votivo instalado sobre el Gran Canal, conecta ambas orillas para permitir el acceso hasta la Iglesia de La Salute, en el sestiere de Dorsoduro, con facilidad. A los pies de la Iglesia se instalan puestos en los que se venden dulces para los más golosos y velas, estampas y otros objetos religiosos para los más devotos. El ambiente es muy festivo porque al ser una fecha en la que suele haber pocos turistas, los venecianos, históricamente muy fervorosos, disfrutan mucho de este día y lo viven con mucha intensidad.

La fiesta, este año 2020, será algo más austera por las restricciones causadas por la pandemia, que obliga a que la celebración se limite a los actos religiosos dejando de lado los más bulliciosos: no se instalará el puente votivo ni tampoco se colocarán los puestos de dulces y las visitas a la Salute estarán muy restringidas por aforo.
Y como en Italia una fiesta debe tener su consecuente comida típica, en esta ocasión no se saltan la costumbre. Se trata de la castradina, un plato que no puede faltar en ninguna casa la víspera del 21 de noviembre. Una receta antigua a base de pierna de cordero salada, ahumada y sazonada, con la que se hace una sabrosa sopa a la que se añade col, cebolla y vino. Como os digo, la tradición manda que se coma o cene la víspera de la fiesta de la Madonna della Salute, pero lo cierto es que los días anteriores y posteriores a ella, también es posible encontrarla en muchos restaurantes de la ciudad.
Y, ¿qué celebran los venecianos hoy? Pues ni más ni menos que el final de la peste bubónica que en el siglo XVII arrasó Europa y diezmó en un tercio la población veneciana en tan solo un año. La desesperación de las autoridades era tal, que el Patriarca de Venecia, proclamó el voto solemne de erigir y dedicar en la ciudad una iglesia a la Virgen, a la que llamaron Santa Maria della Salute. En él se ordenaba que, cada año, la ciudad al verse libre de la enfermedad, iría a la iglesia a mostrar su agradecimiento a la Madonna. La inauguración tuvo lugar el 21 de noviembre de 1760, y la fecha quedó grabada para siempre en el calendario festivo veneciano convirtiéndose la Madonna della Salute en una de las más queridas de la ciudad. La imagen es bizantina, traída de Candia, de ahí el sorprendente color moreno de la Virgen.

Esta plaga, trajo a la ciudad el amor por los gatos, y con ella nació también una costumbre que este año 2020 tenemos por desgracia muy presente: la cuarentena y los lazaretos. Pero os hablo de ello otro día. Dejemos que hoy los venecianos disfruten de su Madonna y de la preciosa iglesia para ellos solos.
Ah, por cierto, una curiosidad: si habéis visitado esta iglesia, seguro que os habrá sorprendido que no se puede acceder a la zona central, bajo la cúpula. Está siempre cerrado con unos gruesos cordones que protegen el maravilloso suelo, que ya os he dicho en alguna ocasión que me vuelve loca. Pues bien, hoy, es el único día del año que estos cordones se abren y los visitantes pueden caminar por toda la planta de la iglesia. Se dice que la salud depende de que pises el disco de bronce que hay justo en el centro, bajo el imponente candelabro… así que cuando visitéis la ciudad en esta fecha, no olvidéis pararos en él…nunca se sabe.