En el sestiere de Dorsoduro, muy cerquita del Puente de la Academia, pervive una leyenda que durante años ha estado vinculada a un despertador. Sí, un despertador. Porque si levantáis la vista al pasar por la Calle della Toletta, comprobaréis que, extrañamente, en la fachada y dentro de una caja de plástico, hay colgado un despertador.

El caso es que parece que en esta calle vivía una mujer a la que le gustaba la magia negra y que, por tanto, era conocida como «la bruja». Se cuenta también que el despertador marcaba las horas en la que esta mujer perpetraba sus brujerías.

¿Cómo llegó allí el despertador? Pues lo que parece estar claro es que fue a causa de un barbero, algo bromista, que tenía la barbería en esta misma calle. Este buen señor, pidió a los muchachos, que un día estaban trabajando en el edificio, que colgaran allí un viejo despertador. Lo que no está tan claro, porque existen dos versiones, es si el despertador era de la bruja y se colocó tras su fallecimiento o si era del barbero y éste lo hizo colgar ya en vida de la bruja. En la fachada hay una placa que cuenta esta leyenda y de ella se extrae que la bruja aún vivía…

En cualquier caso, el despertador marcaba, como os decía, las horas a las que la bruja realizaba sus maleficios. Y cuando, tiempo después, el reloj se quiso retirar, comenzaron a suceder fenómenos insólitos: ruidos de origen desconocido, accidentes domésticos, extrañas desapariciones… así que inmediatamente se volvió a colocar en su sitio original.

Y, cada vez que se intentaba retirar, estos extraños sucesos se repetían. Por ello, cuando se estropea, se cambia por otro rápidamente y se le protege con una carcasa para evitar su deterioro. De hecho, si preguntáis por qué se sigue «cuidando», nadie sabrá responderos…

Y así es como un sencillo objeto colgado de una fachada pasó a estar en boca de todos y a convertirse en una leyenda más de la ciudad. Y, por si acaso, mejor dejarlo donde está…