El Palacio Sagredo es un hotel de lujo, de 5 estrellas, situado en el Campo Santa Sofia, en el sestiere de Cannaregio, y esconde una belleza que bien merece una rápida visita.
No es que me haya alojado allí, claro está, ya me gustaría poder permitírmelo, como tantos en Venecia: el Danieli, el Cipriani, el Bauer o el Hilton por ejemplo. Edificios históricos que han conservado su razón de ser y que solo por ellos mismos ya merece la pena poder pagarse una noche en sus fantásticas suites.

Este Palacio, lo descubrí el año pasado. Leí algo sobre él no recuerdo dónde y como estábamos alojados al lado, nos acercamos a probar suerte. Preguntamos en recepción si podíamos ver la escalera y nos dejaron. Como era enero y temporada baja, no nos cruzamos con ningún huésped, así que pasamos un buen rato moviéndonos a nuestro antojo por las salas de la primera planta, disfrutando de las obras de arte, las vistas al Gran Canal y la atmósfera histórica y lujosa de las salitas.
Como os digo, fuimos hasta allí para ver la escalera que, entrando a la derecha, lleva al piano nobile. Proyectadas por el arquitecto Andrea Tirali bajo la dirección de Gerardo Sagredo (1692-1738) en el tercer decenio del Setecento, fueron completadas en 1732 cuando Pietro Longhi comenzó a pintar los frescos que recubren el techo y todas las paredes circundantes. Sagredo pretendía pintar también toda la fachada pero discusiones con la familia y razones económicas, lo impidieron. Una pena, visto el buen gusto que tenía el señor.
Afortunadamente, pudo costear la pintura de la escalera y las salas, escalera que comienza con dos cortesanos en mármol decorando la entrada, guiñando un ojo a quien está subiendo hacia el piso principal.
Y ¿qué es lo que llama la atención? Pues nada más y nada menos que el fresco La caída de los Gigantes.

Encima de la escalera central un grandioso fresco firmado por Pietro Longhi, recorre todo el techo descendiendo hasta mitad de las paredes. Representa la caída de los gigantes abatidos por Júpiter que, armado con un rayo, aparece arriba. Este fresco, posee una excepcional importancia histórica, además de la artística, ya que este pintor no pintó más seres mitológicos.
El Portego es el amplio salón que en la primera planta cubre longitudinalmente todo el espacio que va desde la fachada hasta la parte de atrás y está circundado por muchas salas principales ricamente decoradas como la biblioteca, la sala de los amigos o la suite de Sebastiano Ricci. En el resto de estancias de esta primera planta, hay varias salas con ricos estucos y frescos, tapicerías suntuosas y mobiliario de época. Pasamos un rato muy agradable turbados con tanta belleza pero sobre todo, sorprendidos por no haber oído hablar de ello hasta entonces.

Dicen que en el periodo de máximo esplendor se podían admirar aquí numerosas pinturas entre los estucos y que se llegaron a contar 105. Luego fueron vendidas y sustituidas por las cuatro grandes telas que todavía están y que representan paisajes con ruinas decadentes, escenas de caza y de vida mundana.
Cuando estéis paseando por Strada Nuova, desviaros unos minutos e intentad que os dejen ver al menos la escalera. Impresiona…