En el siglo XVI, una terrible epidemia de peste azotaba toda Europa. La peste llegó a Venecia y mermó un tercio de su población en apenas dos años. Por entonces había una fuerte convicción religiosa y la peste se consideraba un castigo divino, así que el Dux pidió a Dios la salvación de la ciudad y prometió que levantaría una Iglesia en agradecimiento si terminaba con la epidemia.

Antes incluso de que la peste se erradicara, se encargó a Andrea Palladio la construcción de un templo en los terrenos de un antiguo convento franciscano, en la isla de la Giudecca, que se levantó en tan solo 15 años. Y cuando por fin, la ciudad se vio libre de la enfermedad, se acordó que cada año se conmemoraría este hecho visitando la Iglesia y dando gracias por el fin de la enfermedad.

Así, cada año en Venecia, el tercer domingo del mes de julio, se conmemora la salvación de la ciudad. Se construye un puente votivo (llamado así porque se considera que la Iglesia es el resultado de una promesa solemne) entre el Zattere y la Giudecca, y se abre al público el sábado anterior y tras ser bendecido por el Patriarca, los venecianos lo atraviesan para acceder al templo. El puente lleva hasta la Iglesia del Redentore en la que se celebra cada año, rigurosamente desde 1577 una solemne misa de agradecimiento.

Es una fiesta muy querida por los habitantes de la ciudad, que disfrutan durante todo el fin de semana no solo de los actos religiosos sino también de otras actividades muy populares. El sábado, los venecianos salen en sus embarcaciones decoradas e iluminadas para la ocasión y disfrutan de una especie de picnic a bordo de ellas. Montan largas mesas en las Fondamente, sobre todo en la de la Giudecca, y disfrutan de horas de hermandad y buena vecindad comiendo platos típicos. 

Entre la Giudecca y San Marco se concentra una multitud de barcos y los habitantes y visitantes esperan con emoción el momento en que comience el gran espectáculo de fuegos artificiales cerca de la medianoche, que dura unos 45 minutos e ilumina las aguas de la Serenissima con su reflejo. Es un espectáculo pirotécnico espectacular, en un escenario único y a su término, algunas personas acuden a continuar la noche en el Lido.

La fiesta continúa la mañana del domingo, con la celebración de la Regata del Redentor, en la que típicas embarcaciones venecianas recorren el Canal de la Giudecca para poner un broche de oro al fin de semana.

Presenciar in situ esta fiesta es uno de mis pendientes en Venecia. De momento, tengo que conformarme con verlo desde la cámara web de este enlace ¿Y vosotros? ¿Habéis tenido la suerte de vivirla? ¡Contádmelo y dejad que rabie de envidia!